La Huella del Tiempo

No es arena la que se escapa
Entre los dedos.
Son trozos con identidad, que
Arañan los dedos,
De perfiles convexos e irregulares, de un tamaño incómodo y
Una presencia inevitable.

No es un fluir del tiempo
Que Parménides o Heráclito
Hubieran aprobado.
Tampoco ese tiempo
En el que Penélope puede coser,
En el que Ariadna pueda tejer.

Es un tiempo brutal, como la fabada asturiana;
Es una realidad como el pyrex de tu vaso de Ikea cuando estalla,
Como la sangre derramada con vosotros,
Escupida con cada sístole ventricular.
Como la desgana que acontece brutalmente, con precisión ventricular,
Exactamente como ese momento en que
Llueven margaritas en derredor
Y yo me tumbo, salpicado de llagas y
Sintiendo un hambre infinita.

Y a golpes y grano a grano y con tremendas paletadas y, otras,
Como el reloj de arena,
La vida fluye a trompicones,
Dejando a su paso cardenales, catedrales, pétalos y socavones.