A Polilla y Alcanfor, por haber abierto la puerta. Gracias, hermano.
Yo naci, perdonadme, en la era de los albumes y despues
De aquel tiempo cuando la musica se vendia en singles.
Cuando la musica tenia cara A y cara B, y uno se tumbaba,
A oscuras, a escuchar un disco en silencio.
Yo creci en aquel claroscuro de La Transicion, cuando
Mis hermanos mayores se encerraban en misterioso
Culto ritual "a escuchar musica" que era a la vez
Descubrimiento y transgresion, sociedad y faro.
Para ser admitidos a la estricta y hermetica ceremonia
Mi padre era requerido a transformase, con habito
De marroqui chilaba, en aquel dulce e inquisitivo duende
Encapuchado que yo recuerdo, con su bella sonrisa,
El candor en la mirada, y el pacharan en el alma.
Y yo, como mi padre, tras golpear con los nudillos en
La puerta, ganaba acceso al secreto. Mearse
De risa era parte de la ceremonia. Y la experiencia
Del rock en la cara y en los corazones, la ensonacion,
El miedo y el conocimiento de que estabamos siendo
Testigos de un momento irrepetible, intenso e irreparable.
La declaracion de una realidad
Que transforma el mundo,
A sabiendas de que eramos complices en un acto intimo, profundo y bello.
A sabiendas de que habiamos creado un mundo nuevo.
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